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El blog del Santi

Salir por ahí

14 de diciembre de 2007

 

Bueno, cuando dije mañana, no era mañana mañana, era la próxima vez que me conectase, y con eso cumplo, porque ayer al ciber le dieron por saquete. Me fui por ahí con los de clase, que había organizado una quedada el profe, a la que para sorpresa mía fuimos todos, menos el coreano y el turco, que andaría uno perdido y el otro rezando, pero fueron sustituidos por un griego y una griega que eran alumnos suyos el mes anterior y la que descubrimos era su prometida y no su mochila, que en árabe se dice muy parecido.

Nos hizo quedar a la puerta de uno de los hoteles más créeme de la créeme de Damasco, pero era mentira, no íbamos a su cafetería, sino a un local de frutas, que aquí son lo que se lleva los findes por la tarde noche, porque tuvimos que esperar para que el dueño nos dejara pasar. Y a elegir, batido de frutas, ensalada de frutas (lo que viene siendo una macedonia de toda la vida pero más tuneado, aquí se llama صلطة الفاوكه  ) con nocilla o sin nocilla… Es lo que tiene ser un país mayormente musulmán, no se van a poner finos a cañas y oreja y choricito antes de salir. Después de pagarlo todo él –o se estira mucho o aquí los profes de universidad cobran bien- en el garito donde le llamaban “maestro Wizsam” nos llevó de paseo por la zona esa, que sería más o menos como Sol, no por lo céntrico sino por lo comercial, a deambular hasta que fuese hora de ir al cine “a ver una peli americana, que árabe ya tenemos suficiente en clase”.

Y una polla con cebolla, se le piró la pinza porque miró el cartel pero no el título, y nos tragamos una movida de dos horas de un jamado que se iba cargando basca y liándose con pivas, y aparte de él y su piva no nos enteramos ninguno de que coño iba la peli, pero bueno, estuvo curioso. “Traición justificada” se llamaba la peli. Si alguna vez tenéis oportunidad de verla, que lo dudo, no tenéis porqué hacerlo. No merece la pena.

Para desquitarnos, los que quedábamos, pues las rusas y la lituana se habían pirado antes de la peli, y un par de yankis se piraron después, los que quedábamos, que no éramos pocos, nos fuimos a casa del Ilyas a privotear un rato, tintillo de la casa Siria, que no está nada mal.

Ahí tuve oportunidad de conocer más a la basca de mi nueva clase. Yo siempre tan rápido, a 4 días de que acabe el curso, pero bueno. Y casi todos los que me caían mal me cayeron bien. Para empezar la yanki hispana que hablaba como un político, y era coleguilla de la Condolezza Rice –otra yanki que ya se había pirado, no sé si os conté la anécdota ya, la de que cuando estábamos diciendo porque era conocido nuestro país, va y suelta “por la libertad”- que resultó que hablaba español, y que era de origen guipuzcoano y cubano por parte de madre, pero como su padre era medio negro medio pie negro (por la tribu india, no por los punkis) pues no tenía mucha pinta de Ainoa Etxeberría. Luego los griegos, que no son de mi clase pero lo dan todo, la Astamatía y el Constantinos –romeros- jóvenes y majos, que hablaban inglés igual que yo. El Constantinos estuvo apunto de proporcionarnos el primer cotilleo desde que estoy aquí –imaginaos el coñazo de 3 meses sin cotilleos- porque estuvo a pico y pala con Georgia, una italiana de mi clase, anduvieron por ahí un poco perdidos deambulando 10 minutillos, pero al parecer al final no safó. Ya me enteraré, que tengo que ir a traducirle un mail que le mandaron a la italiana en español al ciber de aquí, que vive en mi calle, pero me da palo ser tan indiscreto.

Yo por mi parte creo que también triunfé, pero no quise atacar y ver si podía culminar la faena, porque los alemanes semiviejunos amanerados no son mi tipo –tampoco los españoles ni los bolivianos ni los turcos ni los de Burkina Faso, porque a pesar de todo, sigo siendo heterosexual-. El notas es muy majo y muy amable, pero me pone nervioso, vamos, los que me conoceis sabeis que no soy una persona prejuiciosa, pero digamos que si vamos andando por la calle si no puede ir a mi lado prefiero que vaya delante. Y aún así me tocó con el en el cine, y lo pasé un poco mal, se me acercaba demasiado para preguntar… no sé, y sus maneras. Claro, si supiera 100% que es gay nada más fácil que dejarle caer que yo no, para que desista de sus intentos y tan amigos, pero como sólo me podía basar en sospechas, aunque bastante fundadas, no era plan llamarle julas y hacerle sentir mal por no haber entendido que solo es bastante amaneradillo y yo un cabrón que le malinterpreta. Pero por lo demás un tío entrañable el Telman.

 

Ya en casa de Ilyas me fui juntando por afinidad mediterránea, y me hice bastante coleguilla del Constantinos, y la Georgia, las dos únicas personas que conozco que hablan inglés igual o peor que yo, y sin sentirme muy sujeta velas, pues al parecer el intento del Constantinos había fracasado, pero seguía quedando suficiente buen rollo para hacer una coalición mediterránea anti yanki y anti anglófona, aunque nosotros hablásemos en inglés, no nos esforzaríamos por dejar de hacerlo mejor de lo que lo hacíamos cuando hablásemos entre nosotros.

Además con la italiana puedo hacer uso de ese maravilloso don que Dios dejó caer a los españoles, italianos y portugueses, que nos permite entendernos hablando cada uno su lengua, si se hace despacio y con calma o borracho. Como pese a que aquí no entrene mucho 3 vasos de vino siguen sin ser suficiente para ponerme pedo, tuve que usar el método de la calma.

Cuando más animada estaba la reunión a mi parecer, los de mi barrio, que eran mayoría, hicieron por pirarse. Y yo pasaba de volverme sólo, además aunque nos quedásemos los “alma de la fiesta”, éramos demasiado pocos. Así pues les guié hacia los taxis, y yo me pillé el primero huyendo del Telman con la Astamatía, el Constantinos y la Georgia, que además vivíamos por la misma zona de Bab Tuma.

El Constantinos se fue con los Lunnis que estaba to matao, y cuando vi que la italiana no tiraba por donde yo, aunque viva en mi casa me dieron “We are going to a party, do you wanna come?”. Me quedé con ganas de responer “What party? ¿La que te dan estas?”, pero es que en inglés no rima, y se tuvieron que conformar con un soso “no gracias, estoy matao” en inglés, que escondía un “y además ya he conocido bastante gente nueva por hoy y ha ido bien, no quiero estropearlo”.

 

Y todo este turrón es la causa de que hoy me haya levantado tarde, y esté tan tostado como para ponerme a escribir.

 

La paz esté sobre vosotros.

Cuando el tigre acaricia a la garza, el lemur se descojona

12 de diciembre de 2007

 

Estaba nublado en Shangai, como siempre en esta época del año. Los shangaieños salían a la calle con paraguas, pues como reza el dicho “la lluvia en Shangai es una maravilla, pero si sales sin paraguas y por sorpresa te pilla… el loto no se mecerá entre el bambú cuando la luna se reflejé en la espalda del dragón”, lo cual, si eres chino, significa mucho. O a lo mejor los chinos fingen que entienden esas movidas y en realidad tampoco tienen ni puta idea de que significan, pero quedas de loco cuando las sueltas.

Han Wao Mai estaba en su casa, pues su abuela no le había dado la paga, no podía comprarse un paraguas y pasaba de mojarse. Llevaba un rato largo ganduleando, poniendo a bajar porno en el eMule y buscando el crack del PES 2008. Cuando por accidente, no sabía como ni por qué, se sorprendió, y con los ojos como platos (o como hojas de pino, pues es bien sabido que eso de chinos y ojos cual platos….) se sentó en el sofá a tratar de asimilar lo que había encontrado.

 

El blog del Santi. Una página en la que el muy maricón en teoría pretende escribir casi a diario, pero como es tan perro lleva una semana, mínimo, sin actualizar.

 

Tras un rato sentado, el chino se dijo que, quizás, el Santi no escribiera porque últimamente la tostaba demasiado.

 

Y tenía razón el jodío.

 

En esta última semana no he contado nada porque no me parecía que hubiera nada que contar. Y me daba pereza sacármelo de la manga.

Damasco ha perdido su gracia. En invierno tiene bastante poca. Los fines de semana no hay nada que hacer, y el único rato medianamente entretenido entre semana es el de “Eh Ikem, let`s take a beer”, que al parecer no está del todo bien dicho en inglés, pero el Ikem lo entiende, le hace gracia y ya lo usa él mismo. Nos vamos cogiendo aprecio, y va a ser duro para el pobre Ikemifune pasarse las navidades sólo en Damasco. Se está haciendo colega de su profesor de árabe, pero éste pasa mucho tiempo viajando al norte y a Turquía, pues al parecer anda bastante en el ajo del PKK, algo así como el Batasuna o el Sin Fein o el Hamás de Kurdistán. Hay muchos kurdos aquí, pero en general pasan bastante del tema. Dentro de lo que cabe, Siria es de los que menos les jode, y de los que tiene en su territorio un cacho más pequeño del Kurdistán. Están jodidos los pobres hombres. El cabrón de Saddam les gaseó, los turcos mantienen una guerra encubierta con ellos, los sirios  y los iraníes no les joden abiertamente, pero evidentemente no les dan ningún apoyo, y tienen el país lleno de minas –veos la peli “Las tortugas también vuelan”- y ni un duro. Pero ahí están. Estaban en el momento inoportuno en el lugar inoportuno cuando acabó la primera guerra mundial y cayó el imperio otomano. Casi toda la basca de la zona se quedó con su país, pero a ellos aunque tenían su lengua de toda la vida, su escritura, su “ser kurdos”, les tocó quedarse a cachos entre otros países. Lo cual no sería del todo malo si les hubieran tratado como a los demás ciudadanos de esos países, pero son kurdos para lo malo, para que les traten como a extranjeros y gente de segunda, y no para lo bueno.

 

Bueno, más noticias frescas del Ikemifune, que los viernes va a la mezquita con un coleguita al rezo. El coleguita privotea y tal, pero sigue yendo al rezo, y el Ikem se culturiza.

Pero al parecer ahora hay un sheikh nuevo, un imám, el tio que da el sermón mientras o después del rezo en sí, que está bastante quedado, que se pasó su rato de gloria del viernes gritando “!!Almud amerikia, almuud britania, almuud yahud!!” (muerte a América, muerte a Gran Bretaña, muerte a los judíos, básicamente) y encima con los altavoces con los que llaman al rezo encendidos, dejando a la gente que paseaba por la calle to loca.

 

En lo que a mi vida se refiere, que tendré que hablar algo, poca cosa. Un costreillo, aunque al menos las clases ahora molan más, el profesor es un crack, y se queda hablando y fumando fitis con nosotros en los descansos en el pasillo. Hablamos de las mujeres que se cubren la cara entera, como un burka pero sin rejilla para los ojos, que parecen los penitentes de la procesión de mi pueblo. Y de las otras que dejan sólo los ojos sin cubrir, pero se ponen gafas de sol. Como la gente es muy europea y muy tolerante, cuando les dices la mierda que es eso te salen con “es otra cultura”, y me moló que fuera el propio profe, que es árabe, aunque creo que cristiano, no estoy seguro, el que les soltó “Pues si esta es mi cultura menuda mierda. No hay por donde cogerlo, lo siento, pero es que me parece una mierda” –transcribo casi literalmente-.

Aunque en general el ambiente es más distendido, nos pone canciones y nos da la letra, cantamos en clase, él baila y hace el gilipollas, y lo mejor, enfoca el aprendizaje del árabe a conocer la cultura siria, con lo que aprendes más rápido, porque estás usando lo que ahora comprendes para saber cosas que antes desconocías, y por tanto te interesan. Porque vamos, “mi mamá me ama” lo aprendimos el primer día. Mola más saber que comen tres veces al día, por lo general, a que horas más, si les mola celebrar su cumpleaños en casa, en la disco o en el casino –aunque lo del Casino les apesta bastante, al parecer aquí en Damasco es un antro de perdición bastante decadente-, y yo que sé, ese tipo de mierdas, no sólo aprender a decir cosas que ya sabes, sino aprender cosas y a la vez como decirlas. Yo me entiendo.

 

Y bueno, con estas mierdas he perdido el hilo, seguro que me dejo mil movidas en el tintero, pero así no tengo excusa para no escribir mañana.

 

FRASECILLA DEL DIA

“Deja que fluya todo. Los sentimientos, cuando quieren salir lo hacen de una manera tan sigilosa y tan bonita que es mejor apreciarla que oirla”

Una que sabe mucho, no sé si le han dado el Nobel de literatura ya.

Hoy estamos tontorrones.

A ful, pero sin burn

A ful, pero sin burn

Este es Joe Mantegna. Sale en "El peque se va de marcha", y no le recuerdo de más pelis, pero en el 90% hace de mafioso. Hay un tendero en mi barrio que es clavao clavao.

 

30 de noviembre de 2007

 

Is the Super Boy, super super boy. I come from the islaunds, I go for hiufrein. Todas para mí.

Así cantando se fue el colega Llojans al Marine Club. Bueno, lo iba cantando en su cabeza, porque en realidad nadie pudo oírlo. Además parecía un poco cabreado, porque por unas o por otras los demás habíamos pasado de ir al Marine Club –club al que van los marines cuando salen de currar en la embajada americana-, bien por falta de pasta, bien porque pasaban de marines…

Los demás éramos el Ikem, el Ilyas, el Macflai, el Primus y yo. El Primus es la última adquisición, un esloveno coleguita del Ilyas aunque más joven que nunca desaprovecha una oportunidad de ponerse fino, ponerse del revés. Menudo cejacas.

Nos estábamos pensando lo de ir al Marine Club, o que hacer en su lugar, cuando apreció Alessandra, una de las italianas de clase, a la que solo entendíamos Ilyas y yo, porque pasaba de hablar inglés, y como es maja y además es una piva –no es ningún pivón, pero después de llevar 2 horas y media juntos un grupo de 6 pives, acapara atención- nos entretuvo con sus “porca miseria” “mamma mía” y toda la pesca un rato. Rato que aprovechó el Llojans para pirarse el sólo, al ver que no triunfaba la moción, y yo para convencerles de irnos de “botellón”. Nos fuimos a pillar unas birras al la tienda de Joe Mantegna –o de uno que es clavao- y a beber a los bancos de Bab Tuma. Como había una pancarta de los comus, que se les debía haber olvidado de su mini mani de por la mañana nos pusimos a cantar canciones de comus y hacer el notas hasta que los maderos de la comisaría que estaba enfrente nos dijeron que un poquito de por favor. Acabado el momento musical nos pusimos a charlar de mierdeces. Bueno, yo sobre todo escuchaba, que así aprendo inglés. El Ilyas se la jugó un par de veces diciéndole al Ikem que no era negro, que era marrón, pero como había confianza la sangre no llegó al río. El Primus colaboraba mejorar el ambiente hablando de privar a muerte, mear en la calle y parecerse a Sid Vicious –porque el cabrón se parecía bastante- con su acento esloveno, que queda muy como de pirata de Piratas del Caribe.

Lo único con lo que no contábamos a favor era con el clima. Cada vez estábamos más fríos, ellos más que yo, porque previsor botellonero experimentado como soy me había hecho con un par de Pandas de 10º que activan la calefacción interna, y dan color a la cara.

Según iba pasando el tiempo, viendo el escaso ambiente que había por la calle, que ninguno teníamos pasta para gastar en los clubes (pubs, garitos, vamos, no putis como en Beirut) que es como los llama la gente en el extranjero, o bien queríamos darle un mejor uso, fueron apareciendo los primeros desertores. Había entre nuestras filas gente sin el ánimo (o el alcohol) suficiente en la sangre, para decir de todo corazón “voy a quemar la night, a ful”. El primero en desertar fue el MacFlai, que ya está mayor, con sus 33 tacos tan bien llevados que parece poco mayor que yo, para esos trotes.

En un momento dado, el Ilyas y el Primus (inter pares) chindaron, quedando sólo un triste reducto de juventud. El Ikemifune y yo.

Pues si bien habían acabado con casi todos nosotros, y los oscuros espiritus de la piltra y el costreo avanzaban sin encontrar obstáculos, estábamos decididos a morir con las botas puestas, y la lata de medio litro en la mano.

 

Morir o ver que hacíamos, porque nos entró el hambre, y mirando a lo lejos, encontramos la salvación, la energía que nos apartaría del catre.

Garbanzos.

Garbanzos con yogur –no es yogur exactamente, pero es lo que más se aproxima para explicarlo-, garbanzos con alubias y caldo, crema de garbanzos (homos)… Bien acompañado de guindillas, pepinillos, la cosa morada que sabe a mierda y que nadie se come, y un ambiente acogedor y familiar.

Ah, y calefacción.

Saciados y contentos, nos pedimos unos tés para verlas venir. Lo que más le gusta al estómago, birras infernales de oriente medio de alta graduación, garbanzos y té. Recomendado por 9 de cada 10 médicos declarados culpables en procesos por negligencia.

Y en estas que me llama el Llojans, que seguía en pie, que cuantos resistíamos y dónde andábamos.

Como él andaba en Bab Tuma no tardamos ni 5 minutos en encontrarle.

Yo le saludé, Ikem le saludó y se despidió. No le quedaba más black power por esa noche, y se fue a soñar con Malcom X.

Así pues, el Llojans, con arrojo y valentía de marine, ya que venía de estar rodeado de marines, fue el que tomó la iniciativa y dijo “vamos a por más birra”.

Horror. Joe Mantegna había cerrado. Pero el joven recluta Santi no se rindió. Decidió ser el primero en acordarse –primero y último, éramos dos y el Llojans ni siquiera sabía de la existencia de lo que yo me acordé- de la tienda de la vuelta de la esquina que solo vendía fitis y priva, tarareando a Georgi Dan con un alemán.

Sólo ofertaban Heineken –descartado beber gaseosa-, una broza infecta que era la única cerveza siria, y Ámsterdam 12’3º. Al final iba a volver fino a keli.

La cosa quedó en acabarnos las birras en la calle, “fumando fitis y haciendo ruido”.

Y a las 4, muerto de frío, a planchar la oreja. Oye, al menos, había salido un rato.

 

CURIOSIDADES DE AQUÍ

El Muhabarat puede estar en cualquier parte. No hables de política en los pasillos de la universidad.

 

FRASECILLA PARA PENSAR

“Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar, hace cómplices y cobardes a los hombres”

 Chou en Lai. Otra de chinos, que no paraban los cabrones. En China si a los 30 no tienes una frase para poner en tu lápida, no eres nadie.

 

PD: La basquita es la polla, hoy no he ido a clase porque estaba malo y me han llamado el Llojans y el Ilyas, para ver como estaba y si necesitaba algo. Unos cracks. Se merecen una mención especial. Por lo tanto:

LES MENCIONO ESPECIALMENTE.

Good bye Hariri

Good bye Hariri

27 de noviembre de 2007

 

Ayer tocaba perrear. Para no variar.

 

Me había quedado con que Ikem y yo volvíamos a nuestra habitación del hotel, sin casinos, y sin putas. Y Llojans todavía no estaba allí. Puesto que era casi la 1 nos empezamos a preocupar un poco. Además cada vez llovía más, y nos iba dando penita, por lo cual estábamos inquietos y preocupados. Bueno, por eso y porque con la lluvia y el viento sólo funcionaba un canal de la tele. Así pues pasaban los minutos, yo fumaba fitis y el Ikem se iba quedando sobado. Dado que tampoco íbamos a ponernos a llorar por él, todo apuntaba a una triste y tempranera doblada de oreja.

Y sonó el timbre….

Y que misterio ni que niño muerto, era Llojans, claro.

El maricón me hizo un gesto raro y gruñó algo –todavía no me había perdonado haberle tenido 4 horas andando por la mañana- y pasó, algo mojado pues ya llovía bastante.

Le contamos lo de la tele y no se sorprendió. Sólo nos dijo “Mirad por la ventana”.

Le hicimos caso, y flipamos. Las palmeras estaban inclinadas y la corriente de los riachuelos formados por la lluvia en la calzada iba cuesta arriba, por la fuerza del viento que venía del mar.

 

28 de noviembre de 2007

Y sigo, que ayer yo que sé, no di pa’ más. El tema, que el tiempo estaba preparando una buena. Al menos, pensé –y me dolió la cabeza por ello- a nadie le apetecería atentar o provocar disturbios con ese tiempo. Aunque bueno, a saber, porque no ponían nada en la tele. Bueno, a lo mejor ponerlo lo ponían, pero la parabólica debía estar bailando la polka en la azotea. Visto lo visto, decidí ir a ver que ponían en el mar. Me enfundé el chambergo (bueno, me puse el forro polar, pero es que me encanta la palabra chambergo) y me bajé a la calle, dejando al par de europeos costrosos esos en la habitación, no sin dedicarles un “Creía que en Alemania llovía más” y un “¿Tú te dices tropical, negro?”. Una vez en la calle miré al cielo desafiando a la naturaleza a que lanzase sobre mí todo lo que tuviera. Instantes después miraba al suelo, pues la naturaleza no había necesitado más que tirarme mucha mucha lluvia en la cara, no dejándome ni abrir los ojos. Ella ganaba, como siempre.

El resto del camino desde el hotel hasta la costa -100, quizá 150 metros- lo recorrí caminando de lado, de espaldas o encorvado, pues el viento me seguía enviando la lluvia directa al jeto. Me sentía un poco un Ulises de andar por casa. Desafías a la naturaleza y te hace una de “pa’ que vuelvas”. Pero bueno, mi Ítaca, la habitación del hotel, no la iba a dejar a más de 10 minutos, y no pensaba meter un pie en el agua. Poseidón, tu pierdes.

Llegué al mirador y me asomé a ver el espectáculo de las olas rompiendo contra las Pigeons Rock, la tempestad embistiendo contra la línea de costa….

Vamos, olas de metro y medio y basura agitándose un poco, dentro de una bahía no daba para mucho más. Un fiti bajo la tempestad que precede a la calma, así para dármelas de duro ante mis espectadores –una rata enorme y un barrendero que me miró de reojo con indiferencia- y corriendo al hotel, esta vez con el viento a favor a cambiarme de ropa que estaba empapado.

Estos seguían ahí tostándola, y yo me ví capacitado para tostarla como el que más. Así que de cháchara hasta las 3 que me llamó la piltra. Como os echo de menos colegas, lo dais todo, hablais español, que es un idioma mucho más fácil de seguir en las chácharas. Al menos para mí, quizá no tanto para un esloveno, pero a mí me resulta de lo más sencillo. Se maquean charlas muy tutis en español.

 

 

Amaneció. El Sol se fue levantando. Se levantó más. No nos importó, estábamos sopa. A eso de medio día nos pusimos en marcha para que no nos cobrasen otra noche de hotel, y con nuestro equipaje a cuestas nos fuimos a  seguir deambulando, por la “cornise” que en inglés significa el paseo marítimo.

A la lejanía divise la cabeza de un notas saliendo del agua, lo cual teniendo en cuenta mi miopía no deja de tener mérito. Una vez la lejanía se convirtió en cercanía –gracias al sofisticado método de andar en dirección a lo que se considere lejanía- comprobamos con asombro y regocijo que eran unos viejos bañándose.

Apenas tardé 5 segundos en ponerme a averiguar por donde se bajaba. Otros 5 tardé en averiguarlo, 10 en bajar, y otros 10 en quedarme en gallumbos. 5 más en salir corriendo para meterme en el agua. 3 para levantarme después de la hostia que me al resbalarme sobre una superficie cubierta de algas resbaladizas, 15 para escuchar las explicaciones del viejo que me indicaba por donde llegar al agua sin matarme, y voila, estaba nadando cual pececillo. El Ikem y el Llojans dijeron que pasaban, pero más que nada porque son unos sucios cobardes. Cuando vieron que no me pasaba nada y les convencí de que el agua estaba buena –y no les mentí ¿eh? Estaba de puta madre, templaíllo mediterráneo- se decidieron también. Llojans de hecho me hizo salirme para tomarle fotos bañándose para enseñarlas a su familia en Alemania -que supongo serán de los que no se bañan en ningún sitio en el que no les cobren por ello o no haya un cartel que diga “Aquí puede usted bañarse”- para asombrarles con su audacia.

Así gastamos una hora y media de nuestro día en el ocio marítimo, y con fuerzas renovadas decidimos dedicar el resto en nuestro amado y usual deambular. Unas fotos del anochecer, una de que nos echasen los militares por fotografiar su secretísimo faro con un gran cartel que decía “FARO” y su forma de faro. Y tiramos la casa por la ventana, un taxi a la estación de autobuses, a la apestosa de debajo del puente.

Surprise, no más bules to Damascos. Una de taxi, porque nuestro visado expiraba a media noche. Por 500 libras cada uno, aceptamos, no nos iban a sacar de pobres. Lo único malo esperar a que el taxista cazase a otros dos incautos para llenar su taxi, un Dodge Coronette hiperguapo por cierto, en aquel pútrido agujero que es la estación de Beirut. Cuando fui a mear a los baños de allí, me comporté como un hombre, pero ahora me dan ganas de vomitar cada vez que me acuerdo. Paso de describirlo.

El viaje muy guapo, como entre colegas, practicando nuestro árabe con Mahmud y Mamón (que cabrones sus viejos, vaya nombrecito), y otra vez en keli.

C’est tout, mes amis. La guerre á Beirut est trés proche a commencer, la semaine prochaine, peut etre, mais nous sommes tranquils en Damascus.

 

 

LA VIDA SIN VIAJAR TAMBIÉN DA QUE CONTAR

Aquí en Damasco ya empecé las clases de nuevo. En una clase más grande, vamos, con más basca, toda nueva menos el francés, el Elías y la lituana, y en el sótano, que es donde están los guays. Los de primero arriba que son todos unos pringaos. Tenemos un antro-cantina, un aula pequeña reconvertida donde dan nescafé, patatas fritas y galletas.

Y más cosas, pero acabo de caer en que me da pereza escribirlas, y a vosotros os va a dar pereza leerlas del tirón con lo de hoy.

 

Asín que finiquitando

FRASECILLA PARA PENSAR

“En la lucha con un adversario superior, la retirada no es ninguna vergüenza”

 I. Ching  

Lo dijo un chino, y como todo el mundo sabe, los chinos tienen siempre más razón que un santo.

Night Club

25 de noviembre de 2007

Así pues, Ikemifune y yo cumplimos con lo dicho y fuimos a por fitis. De la cena pasamos, de momento. Tiramos a andar siguiendo la línea de la costa, hasta estar suficientemente a tomar por culo como para arrepentirnos. Beirut estaba casi desierto. Quizá fueran los tanques, quizá el campamento de Hizbulá, quizá todos los soldados y policías armados hasta los dientes, quizá que quedaban 2 días para las elecciones. O quizá que son así de costrosos, pero no había ni piter en la calle.
Tras descartar un montón de sitios en línea de playa como aptos para cenar, pues eran caros y nosotros pobres, decidimos alejarnos de la costa e internarnos en la ciudad.
Hábiles, perspicaces, y suertudos, fuimos a parar al barrio más caro y lujoso de Beirut, donde juntando lo que llevábamos los dos en los bolsillos quizá nos alcanzase para un aperitivo.
Condenados estábamos a seguir andando. Y así lo hicimos, durante un buen rato, hasta dar a parar a un barrio más popular. Llegamos a una plaza con más vida, más gente en la calle –llegué a contar 15 personas en un radio de 100 metros- y con algún comercio abierto. Habíamos encontrado el paraíso del que quiere cenar. Bueno, sólo el paraíso del que quisiera cenar plátanos, cebollas, granada o té, pues la oferta no era mucho más amplia.
En parte sumidos en la desesperación, en parte tan tranquilos pues en realidad podíamos seguir horas así antes de desfallecer y sabíamos en que dirección estaba el hotel y algún restaurante si no ideal si apropiado para cenar, nos dispusimos a hacer una pequeña pausa, disfrutando de té y fitis en un tenderete bar del partido cristiano, donde nos sirvieron dichos tés a precio de saldo, como quien dice. En la terraza del chiringuito no-playero había mayormente viejunos, jugando a las cartas. Al menos uno de ellos era un tramposo, y al menos otro era un sensible y un histérico, pues cada 2 o 3 minutos Ikem y yo teníamos que interrumpir nuestra conversación mientras uno llamaba a otro “puta”, “mentiroso” y muchas otras cosas que no supimos traducir. Sentado cerca de la mesa había un notas en chándal sentado en una silla de plástico al que parecían haber elegido juez contra su voluntad, y cuando le reclamaban para que resolviese alguna disputa se limitaba a mirarles con una mezcla de hastío, indiferencia y desprecio la mar de curiosa, mientras chascaba la lengua y levantaba el mentón, gesto que en oriente medio significa “no” o “no te he escuchado la primera vez que me has hablado y volveré a hacer lo mismo si me lo repites”.
Pese a resultarnos un espectáculo tremendamente entretenido, sobre todo comparado con el espectáculo que ofrecían “calles como las de cualquier ciudad del mundo pero desiertas”, tuvimos, muy a nuestro pesar, que seguir el llamado de nuestro estómago y/o el llamado de Llojans. En lo que tardamos en deambular hacia el hotel no encontrando ningún restaurante vimos que ya era una hora en la que incluso Llojans, adicto a los cibers como el que más, se habría cansado y preferiría ver más de una ciudad exótica en la que sólo iba a pasar dos días. Mas nos equivocamos, pues nuestra habitación seguía tan vacía como supusimos debía estar cuando se fue Llojans, que salió después que nosotros.

Un fiti descalzos, para relajar nuestros pies, y con energías renovadas, de nuevo a la calle. Nos propusimos encontrar a Llojans y a la cena en un mismo viaje -“no me llames iluso, por tener una ilusión”- y cual Stanley y Livingstone, pero sin ningún deseo de esclavizar negros (Ikemifune menos incluso que yo, cabe esperar) partimos a la aventura. Yo tenía una vaga idea de donde se hallaba la zona de los cibers. Y cuando digo vaga no es que fuera una idea a la que le dijeras “ve a bajar la basura” y te respondiese “vale, pero antes un fiti de tranquis”, sino una idea que te respondería “me duele el tobillo, ve tú”.
Con ayuda de la divina providencia (que ya no me va a ayudar más por escribir divina providencia sin empezar en mayúsculas) y de las indicaciones de los soldados llegamos a una calle en la que encontramos 4 cibers, pero ningún Llojans. Tristes –bueno, hambrientos- rogamos a Dios por la salud de Llojans, y nos fuimos a buscar la cena.
En esto que pasamos por delante de una puerta vigilada por una viejuna sin dientes que fumaba negro y pensé “que pinta de puti de baja estofa tiene esto”, y tres portales más adelante vemos un local del que sale música, unas escaleras llevan desde la entrada hasta el local asotanado y tiene un cartel de neón mitad encendido mitad no que reza “Night Club”. Aquí es donde se empieza a notar que Ikem es inglés y yo español, por lo que esa idea nos inspira .
-Ey, let’s go in
-Ni of the palinger (ni de palo en inglés, incultos)
-Why?
-Mirada de asombro y “OK, you will see”
En esto nos acercamos a la puerta y sale a recibirnos un señor con toda la pinta de ser un chulo de la clase de los no muy cantosos. No soy experto en chulos, pero regentaba un puti y no era muy cantoso.
Ikemifune trató de preguntarle que que música tenía, y que de donde era.
El notas le respondió que tenia de todo tipo, sudanesa, marroquí, china…
Ikem quedaba impresionado por la variedad de música étnica de aquel local aparentemente tan decadente. Yo intuí que el notas no hablaba de música y que eso era efectivamente un puti. Pero vamos, como científicos y aventureros, debíamos de cerciorarnos. Ikem picado por su amor a la música étnica y yo picado por Ikem que me empujaba diciendo “Let´s go, what happens?”.
Así pues irrumpí tropezando por las escaleras en un antro oscuro en el centro del cual había una mesa en la que estaba cenando un grupo de mujeres (más de 10 y menos de 25, no me dio tiempo a contarlas), que claramente eran putas.
Una cosa era entrar en un puti abierto al público hasta que Ikem abriese los ojos a la realidad, y la falta de ganas y dinero (ambas condiciones indispensables) le recordase la urgencia de la cena, y otra cosa era interrumpir su cena, que pidieran copas a nuestro nombre pues no había nadie más en el local y acabar tarifando con el chulo.
Así pues me di media vuelta y le dije a Ikem, el cual aún no había visto nada del asunto, que nos pirábamos.
Salimos a la calle y tiramos a andar hacia un lugar en el que nos había parecido ver chawarmas rato atrás.
-Why you didn’t staid there?
-They are all bitches .
-And?
-They are all bitches
-And what happen, you’re gay
-No, I’m poor
-Bitches….prostitutes?
-Yeah Ikem
-How do you know?
-I know (¿realmente son tan jóvenes de pirineos para arriba?)
-Ok, after dinner we can try. Maybe we can get something for free. Just enter there, spent some time and then say, “eh, we have not money, but it doesn`t matter eh, babies?”
Le dije que sí, que debuty pero que primero al chawarma que me rugían las tripas.

Dimos buena cuenta del chawarma, y nos acordamos de Llojans. Coño, ya era una buena hora, debía estar chinado en el hotel. Nos encaminamos aprisa, por calles que suponíamos atajos, en las que Ikem no perdió la cuenta de cuantos Night Clubs –a los que ahora miraba con otros ojos- había por el camino, por si encontraba alguno mejor para intentar su trapi del “we have not money”.


Abrimos la puerta de la habitación, hacía ya 4 horas y media que Llojans se había ido al ciber. Sin embargo la habitación seguía vacía. Y estaba empezando a llover.

¿SEGUIRÁ VIVO LLOJANS? ¿DORMIRÁ EN ALGÚN SITIO PROTEGIDO POR LA LLUVIA? ¿QUÉ SUCEDERA EN EL DÍA QUE TODAVÍA DEBEN PASAR NUESTROS INTREPIDOS PROTAGONISTAS EN BEIRUT?
Seguramente, mucho menos de lo que cabe esperar después de tanta pregunta en mayúscula.

CURIOSIDADES CULTURALES
Aquí ven el fútbol bebiendo té. Y tampoco les importa mucho. Lo sé porque hoy he visto el Atleti-Valladolid (4-3, y muy de potra), y la verdad es que ambiente no había mucho. Será que les gusta más el backgammon, o que en todo Damasco sólo hay un campo de fútbol para dos millones de habitantes. Así no hay quien haga afición.

FRASECILLA PARA PENSAR (ó FRASECILLA DEL DÍA)
“Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas montañas por escalar”.
Nelson Mándela. Después de pensar esta frase se tuvo que tomar una aspirina.
Ahora una de verdad.
“Di la verdad aunque sea amarga. Di la verdad aún contra ti mismo.” Mahoma
Del libraco que le dictó San Gabriel algo se tenía que poder sacar. Se llama Corán. Hay toda una religión basada en ese libro, toma “best-seller” Stephen King.

¡¡¡Ikemifune!!!

¡¡¡Ikemifune!!!

23 de noviembre de 2007

 

Habían andado por ahí sin apenas dejarse oír mutuamente un charlar. Hacían oídos tuertos incluso entre militares, puestos organizados… Pero estaban ridículamente olvidando todo eso que últimamente intentaba entretenerlos, rezagarlos, obstruirlo. Merodearon alrededor, siempre con adecuada discreción. Actuaron discretamente, iba acabándose realmente ese increíble no avanzar, internándose, reptiles ellos, negando, esperando.

 

 

Y así, o de una manera mucho más sencilla, no me acuerdo ya, llegamos Llojans y yo hasta la plaza de la Estrella, donde habíamos quedado con Ikemifune, tras leer siguiente mail:

 

I hope u get this... i have had the worst time last night santi... U crazy spanish... what were u thinking?
 
Im in down town, i had to spend almost all of my money last night looking for u and after looking for a place to sleep. The cheapest i found was $40
 
How will i find u?
 
Im sure u have now left the hotel.... im gonna kill u when i find u santi... i sware to god!
 
Try and call me
 
I have my london number, its 00447940578819
 
If u can, call me so i can try and meet u guys.
 
Yalla, yalla, yalla!!!

 

Fue todo más fácil teniendo su nº de teléfono.

Lo primero fue acompañar al Llojans, que quería tener fotos de la Gran Mezquita de día. Otra vez a gandulear en medio del campamento de HizbDe día se parecía a un festival de día. Poca gente fuera de las tiendas, y los que lo estaban, por ahí tirados costreando, con cara de resacosos. Aunque no creo que tuvieran mucha priva los de Hizbulá. Cuando terminó con las fotos, se rindió a la evidencia de que él también estaba muerto de hambre. Marchamos un rato cual pollos sin cabeza, con Ikem queriendo pillar un service, Llojans un taxi y yo andar. Creo que fue ahí cuando empezó a odiarme.

Fue un largo periplo de hora y media bajo la lluvia, buscando una zona de restaurantes baratos, o cualquier equivalente. Fui caminando dirección a la Universidad Americana, donde recordaba haber visto Chawarmas y otros establecimientos de comida barata, evadiendo el tema del taxi cuando surgía, pues cada vez estábamos más cerca. Y cada vez Llojans me odiaba más. Cuando al fin dimos con un chawarma, no había donde sentarse, por lo que acabamos comiendo en puto burger. Manda huevos, irse a Beirut para comer en un puto Burger, cuando llevo 5 años sin comer en uno en Madrid. Ahí se produjo el primer choque que identifiqué, pues al ser toda nuestra conversación en inglés, puede que no me enterase de muchas otras cosas.

Estábamos frente a la máquina que da Coca Colas y Fantas ilimitadas. Llojans me comentó que en Alemania también lo había en algunos sitios, no era cosa sólo de América. Yo le dije que en España no ponían de eso porque lo usaríamos para llenar botellas vacías e irnos de botellón con coti gratis, a lo que Llojans respondió “You spanish are bastards”, lo cual es algo muy fuerte. Iba a responderle “¿Qué tu abuela le comía que a Hitler?”, y después, si se terciaba, calzarle un par de hostias. Que con España y los españoles sólo nos metemos los españoles. Que nosotros no hagamos otra cosa durante el día no significa que ellos puedan hacerlo, que se metan con su país y sus compatriotas, que para eso los tienen.

Pese a todo, tuvimos la fiesta en paz, en parte porque soy un chico pacífico, en parte porque no sabía decir lo de su abuela en inglés, o al menos no hacer que sonase igual.

 

Con el estómago lleno la tensión descendió, y nos fuimos al hotel del día anterior, esta vez a pillar una habitación para tres. Era igual que la habitación para dos, sólo que un poco más grande y con tres camas.

Tras tragarnos la mitad de “El ataque de los clones” con subtítulos en árabe que estaban poniendo en algún canal por cable, Llojans se fue a giñar, no sin antes avisarnos que tras giñar se iría al ciber un rato. Según cerró la puerta del baño, Ikem y yo corrimos hasta la puerta, le dijimos que ibamos a por fitis y janfa, y que quedábamos en el hotel más tarde, cuando estimásemos que ya habría vuelto del ciber.

 

¿QUÉ INCREÍBLES AVENTURAS VIVIRÁN NUESTROS AMIGOS EN LA NOCHE BEIRUTEÑA? ¿SE REENCONTRARÁN CON LLOJANS? DE HECHO…¿VOLVERÁN AL HOTEL?

 

 

CURIOSIDADES CULTURALES

A los cristianos árabes no les gusta el cerdo. Están tan acostumbrados a no tenerlo nunca a mano, y a oír cosas tan horribles acerca de sus efectos para la salud, que ya no saben apreciar un buen chorizo, o incluso rechazarían una loncha de serrano. Y eso que han abrazado la religión verdadera, la de priva y janfa lo que quieras –también conocida como cristianismo-.

 

FRASECILLA DEL DÍA

 “Si cae un arbol en el bosque y no hay nadie que lo oiga, cae hacia arriba o

hacia abajo; y su corolario, si un hombre sordo se cae en el bosque, ¿hace o no hace ruido?”

 

Parece una gilipollez. Y lo es. Pero no más grande que el original, que es del tal Osho ese creo. ¿No tenía cosas más importantes que preguntarse?

Título

Título

22 de noviembre de 2007

 

Bueno, nos quedamos ayer Llojans y yo, en la calle de las apestosas pensiones, perpendicular a la de los lujosos restaurantes, ambas próximas a la mezquita y el campamento de hizbulá.

Sólo nos quedaba una bala en la recámara, “Doha Appartment Suites”, con habitaciones a 19$ por si el efectivamente inexistente “Al Mehanna” y sus habitaciones de 15$ no existían. Ikemifune estaba avisado de que si no nos encontraba en el “Al Mehanna” –o no encontraba el “Al Mehanna”, cosa mucho más probable- debía ir allí. Cogimos otro taxi, que nos dejó en la calle Australia, en la que supuestamente se encontraban los magníficos y baratos “Doha Appartment Suites”. Tras aproximadamente un minuto y medio de búsqueda encontramos un edificio con un gran cartel que decía “Doha Suites”. Entramos y le preguntamos por sus habitaciones de 19$. El recepcionista nos miró asombrados y nos comunicó que lo más barato allí eran 50$. Le hablamos de la oferta que habíamos visto en Internet.

Y a él le sudó la polla, pero cuando le insistimos, y tras razonar brevemente, pareció dar con la razón de nuestro malentendido. En la página web venía su dirección, pero su hotel era el “Doha Suites”, y “Doha Appartment Suites estaba fuera de Beirut, a una distancia suficientemente grande como para descartarlo.

Ahora sin balas en la recámara caminamos tristones por la calle Australia, tratando de salir de allí en busca de un barrio con hoteles más cutres. Yo estaba dispuesto a volver a la calle de las apestosas pensiones si era necesario. Llojans no.

En el primer control militar que encontramos, desesperados como estábamos, preguntamos a los militares si conocían algún hotel barato. Después de decirnos un par de veces que les dejásemos en paz, y de nosotros no dejarles en paz, nos dijeron que por qué no preguntábamos en el que teníamos justo detrás, con pinta así de cutrecillo.

Cómo no teníamos nada que perder, probamos. Y voilá, 22$ la noche. Si bien eran 7$ más de lo que pensábamos pagar en un principio cuando llegamos a Beirut, “Appartaments Universal”, tenía 2 grandes ventajas, que bien valían 7$:

1.-Existían. Estar dentro nos pareció suficiente garantía de esto.

2.-Ya estábamos dentro, y no a la infinita distancia a la que siempre se está de las cosas que no existen físicamente. Bueno, el amor, el odio, la ira, la alegría, anidan en nuestros corazones, siempre están muy muy cerca, dentro de nosotros. Pero no se duerme bien en ninguno de esos sitios.

 

Nos instalamos en nuestros lujosos aposentos. Un habitáculo con dos camas, otro con sofases y una tele con mando a distancia, una cocina pequeña y apestosa, un baño pequeño y muy poco apestoso –hasta podría decirse que decente- y un habitáculo vacío que parecía servir sólo para ser apestoso.

Tras dos fitis y 20 minutos de una peli apestosa, nos echamos a la calle, con intención de llevarnos algo al buche. El Llojans, al que sus padres envían el dinero para subsistir lejos de casa (como a mí, sólo que él no tiene que devolverlo luego), dijo que en Damasco estaba gastando poco y que por qué no nos permitíamos un pequeño lujo. Si bien es cierto que él gasta cada día en comer lo que yo en una semana, eso debe seguir siendo poco para una familia alemana. Mis dudas respecto aceptar o no se disiparon cuando dijo que él invitaba. Nos sentamos en la terraza de un lujoso restaurante que daba a las famosas Pigeon Rocks, una de las principales atracciones de Beirut. Dos cervezas mexicanas –cerveza libanesa con sal y limón- una ensalada cada uno, y para mí un plato de “sardinas frescas”, que resultaron ser chanquetes, frititos y rebozaos, de los de toda la vida. Eso sí, en cantidades industriales. Me puse del revés.

Después de la cena, té con menta y narguile[1], y a ver de que se charla con el Llojans estando de tranquis.

Me comentó que encantado me sustituiría en esa situación por su novia. Yo también le sustituiría a él por su novia, pensé al acordarme de la foto de ella que llevaba en el movil, aunque no fuese su novia, sino un proyecto de ligue que sólo él se creía, y/o una foto sacada de una revista de moda alemana.

Traté luego de que me hablase de Afganistán, y de sus dos meses allí, pero era un tema que evadía, según me temo porque sus dos meses allí los pasó tostándola en el campamento de las tropas alemanas.

Tras la cena y la sobremesa, nos marchamos caminando tranquilamente al hotel, como dos colonos conradianos o kiplingianos decimonónicos, a sobar, puesto que el día siguiente también se presentaba ajetreado. En ningún momento dejamos de preguntarnos que estaría siendo de Ikem por aquel entonces, sólo en Beirut.

 

¿CONSEGUIRÁN NUESTROS INTREPIDOS AMIGOS ENCONTRAR A IKEMIFUNE? ¿CÓMO SE ENCONTRARÁ TRAS TODO ESE TIEMPO MISSING IN COMBAT?

 

FRASECILLA PARA PENSAR

Además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado”. Ortega y Gasset

Por si os da por haceros profesores, o algún día os veis en la necesidad de enseñar algo a alguien. Eso sí, no hagáis dudar a un niño de cómo se atan los zapatos. Ya es un aprendizaje bastante complicado de por sí.

 

P.D: Antes de venirme al ciber he estado tomando una caña con el Ikem, el Llojans, el Macflai, un alemán, un turco-alemán, y uno que decían que era de Hong-Kong pero yo creo que era turco. Éste último era clavao al chino Juan Carlos, pero con los ojos más abiertos. Sólo eso.

 



[1] Si no sabes lo que es un narguile, pregunta al Santi.

Lost in Beirut

Lost in Beirut

21 de noviembre de 2007

 

Volví anoche de Beirut, pero lo tenía muy reciente como para contar nada, estaba matado y pasaba mil.

Pero ahí voy que voy sobrao de texto. Si consigo ordenarlo.

 

BEIRUT, BEIRUT

Eran las 2 p.m. (puta madre) y el Johannes (a partir de ahora Llojans, para una mejor pronunciación en castellano) y yo estábamos ya subidos al bule, dando por perdido al Ikem, que tendría que montarse en el siguiente bule, el de las 15:30.

En media horita estábamos ya en la frontera. Una pequeña cola, un sobornillo de 100 libras por no tener no sé que puto papel que teníamos que tener, aunque si alguna vez me lo dieron yo no me acuerdo, y p’adelante. Otra pequeña cola, otro dar el coñazo un rato al milico libanés –con pinta más fiera, más seria y más de milico- cuando nos preguntó sobre donde nos íbamos a alojar –si viajáis a Líbano, id con el hotel mirado, o uno bien inventado, porque si no no safais- y nos dio el visado de 48 horas. Teníamos hasta la medianoche del martes para abandonar Líbano. Sobre el hotel cuya dirección dimos, “Al Mehanna” situado en la Rue Sheik el Ghaby 64, ya os hablaré luego.

 

Bajamos una montaña, llegamos a Chtaura, y hubo paradita. Para que los que tenían dinero libanés comiesen algo y nosotros la tostásemos. Subimos luego otra montaña –antes habíamos cruzado la cordillera del Antilíbano, ahora cruzábamos la del Líbano-, y por la carretera cruzamos un par de controles militares, “checkpoints” que obligaban a hacer eslalon para ir despacio, y por si se te ocurría hacer el tonto tenían tanques en la cuneta apuntando hacia la calzada. Según bajabas luego la montaña entrabas ya en el extrarradio de Beirut, del que apenas vimos más que luces y edificios, pues eran ya casi las 5 y se estaba haciendo de noche.

Dejónos el bule en la estación de al lado del puerto. Estación por llamar de algún modo a un parking putrefacto debajo de un puente, lleno de basura en el cual se podía respirar una aromática fragancia, mitad olor del mar, mitad olor a muy diversas basuras y mierdas.

Sin discusión alguna, decidimos salir rápidamente de allí dirección al centro. Un paseo más o menos agradable en cuanto encontramos una acera y dejó de oler a mierda.

 

A los 15 minutos (más o menos) vimos ante nosotros la gran mezquita de Beirut, y tras tomar Llojans unas fotos, fuimos a verla de cerca. Todo el perímetro, con un radio de unos 200 metros alrededor de la mezquita estaba rodeado con alambre de espino y bloques de cemento, y para atravesarlo había que pasar por entre dos vallas, vigiladas siempre por 4 soldados con su correspondiente M16, o los más suertudos con el rifle de asalto alemán, muy bueno pero muy caro, según me contó Llojans (que es francotirador del ejercito alemán y ha estado en Afganistán). Después de que nos revisasen la mochila entera, y ya más tranquilos al ver que sólo llevábamos ropa y un neceser, nos invitaron a seguir con una sonrisa.

La calle estaba completamente desierta. Era una gran avenida entre el parlamento, la mezquita y las calles que bajaban hacia la plaza de la Estrella –que es como la Puerta del Sol de Beirut, para hacerse una idea- y sólo nos cruzamos con un viejecillo que parecía judío, pero no creo que lo fuera. Mayormente porque estaba paseando al lado de la mezquita, y al lado de la mezquita, al otro lado de la calle había un montón de tiendas de campaña, como el campamento de Sintel pero más aburrido. Lo miramos, nos preguntamos que sería, y seguimos nuestro camino.

Decidimos dirigirnos hacia la plaza de la estrella, para lo cual tuvimos que soportar otro control militar y otro registro de nuestro equipaje. Caminábamos hacia la torre del reloj que ocupa el centro de la plaza, cuando me di cuenta de que las dos personas que caminaban junto a nosotros, dos hombres de unos 40 años elegantemente vestidos, y única prueba de que había vida en 200 metros, hablaban español.

Venciendo mi timidez me dirigí a ellos, para enterarme de que trabajaban allí en Beirut, que las huellas metálicas que había en el suelo, pese a parecer gracioso arte urbano, eran las del último paseo de Rafik Hariri antes de que volasen su coche y todo lo que había en un radio de 20 metros. Respecto al campamento que habíamos cruzado inocentemente, era el campamento de Hizbulá, instalado allí al lado del parlamento desde diciembre del año pasado.

Me quedé un poco transpuesto, no es que me tenga por persona muy impresionable, pero me sentía en medio de un ajo muy gordo del que sólo sabía hasta entonces poca cosa y además a través de las noticias, que nunca son de fiar.

Lo que vi a continuación no ayudó a tranquilizarme.

Otro control, otra revisión de equipaje, y entramos en la Place de l’etoile,ساحة النجمة , Plaza de la Estrella, corazón de Beirut. Una plaza moderna, rodeada de edificios lujosos, cafés lujosos, y tiendas caras, con una torre con un reloj, como un Big Ben en miniatura en el centro, como el centro de una ciudad europea, francesa. Pero no era esa la sensación que tenía uno.

Unos cuantos niños jugaban con sus bicicletas con ruedines, otros corrían detrás de una pelota de goma, vigilados por sus madres sentadas en las terrazas de los cafés de la plaza, que pese a todo estaban muy lejos de estar llenos.

Cuatro soldados vigilaban los “checkpoints” que daban acceso a la plaza, todos fuertemente armados, y otros cuatro igualmente armados rodeaban la torre del reloj.

No se estaba cómodo ni tranquilo allí, pero quería quedarme un rato allí, sentarme a fumarme un fiti, más que nada para convencerme a mí mismo de que estaba allí, que todo eso estaba pasando, que no son cosas que sólo se ven en las noticias.

 

Pero nos fuimos, y estuvimos andando como una hora más, hasta encontrar un ciber y cerciorarnos de la dirección del albergue.

Luego cogimos un taxi y estuvimos una hora dando vueltas, ya que la calle no le sonaba al taxista, pese a llevar 10 años como tal en Beirut. El albergue tampoco.

Cuando nos rendimos a la evidencia de que no existía o estaba muy lejos del centro de Beirut, nos bajamos del taxi y nos abordó un marinero loco, con barbas desaliñadas, una cruz tatuada en el antebrazo y mirada de loco. Hablaba algo de inglés, y nos dijo que nos fuésemos a dormir a la pensión en la que él se alojaba, que ya buscaríamos al Ikem –al que a todo esto no habíamos encontrado- al día siguiente.

Accedimos.

Subimos 4 pisos de un edificio viejo y medio en ruinas, tiempo que el marinero loco aprovechó para hablarme del Congo y de Kinshasa, pues él había nacido allí, o su mujer había nacido allí, y su mujer ahora estaba en Beirut, o no lo estaba –lo único que me quedó claro es que su cabeza había dejado de funcionar correctamente hace ya mucho tiempo, y su monólogo no era más que la perorata de un demente-. Tras esto llegamos a la susodicha pensión. Cinco notas tirados en gallumbos en unos sofás veían una peli, el jefe no estaba. Nuestro amigo “si Popeye hubiera conocido el kalimotxo” nos llevó a su habitación y nos indicó que allí había una cama libre. Debía estarlo desde 10 minutos antes, pues seguía caliente y las sábanas estaban revueltas encima. El resto de la habitación estaba ocupado por otras 8 camas, unas cuantas mesitas con cuencos de arroz vacíos y otros restos de la cena que había tenido lugar allí y un intenso olor a humanidad , pero bueno, me dije, en peores sitios he dormido. Al Llojans le tocaba en la habitación de al lado, pero no parecía tan convencido, pese a que el precio fuese sólo 5$ la noche.

De todos modos no hubo mucho tiempo a discutir, pues apareció el jefe. Un tío que iba en chándal-pijama y chancletas con calctines, con cara de gilipollas borracho –posiblemente porque estaba borracho y era gilipollas- y dijo que no nos quería en su pensión, que necesitaba nuestros pasaportes traducidos al árabe porque pasaba de leer los garabatos que había hecho Popeye en un folio sucio de grasa y agua, y que nos fuéramos.

 

Otra vez en la calle, cerca de la gran mezquita, en plena noche (las 9, pero hacía mucho rato que era de noche ya) y sin un lugar donde caernos muertos.

 

¿Conseguirán nuestros amigos encontrar a Ikemifune, tener donde caerse muertos, cenar y dormir en Beirut?

 

MAÑANA, PRÓXIMO EPISODIO DE “JODIDOS Y EN EL LÍBANO”

 

CURIOSIDADES CULTURALES (DE LÍBANO)

Tienen una constitución muy graciosa. Obligatoriamente el Presidente de la República tiene que ser cristiano, el Primer Ministro sunní y el Presidente del Senado chií. Creo que por eso la arman tanto los de hizbulá, que son chiíes. Porque normalmente ser presidente del senado, pues es una mierda, ni pinchas ni cortas nada, eres el último mono, pintas lo mismo en la política libanesa que el zapatero de mi barrio.

 

FRASECILLA PARA PENSAR

“-¿Qué es amarillo y pinta, Robin?

 -Un Plátanobolígrafo, Batman

 -Entonces no cabe duda, se trata del Pingüino”

 

Batman, el que iba de gris y con la barriga cayéndole por encima del cinturón, y Robin, el que medía 1’30 y llevaba el antifaz del zorro y unas mayas y una camiseta que le quedaban grandes. Si realmente os hace pensar, hacéoslo mirar.