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El blog del Santi

Vidas Ejemplares I: Luis S.P (o P.S, la noche me confunde)

Aviso: Este relato está construido a base de los retales que mi memoria conserva de una narración oral, que ya de por sí estaba hecha de los retales que conservaba en su memoria el narrador. Y era la historia de su propia vida.

Fue una narración desestructurada y discontinua, a veces una entrevista, pues nosotros le preguntábamos y a él le gustaba hablar.

Antes una pequeña introducción para ponernos en contexto. Si bien no soy protagonista, pasé un día por la vida del que lo es, y es de toda esa vida el día que mejor recuerdo.

El día que inauguramos la acampada tuvimos sólo 3 peregrinos, y para celebrarlo decidimos hacer una barbacoa. Lástima que dos de los peregrinos (un 66,7%) fueran veganos australianos y se ofendieran un poco, pero bueno, a más panceta tocamos.

El tercer peregrino era español, aparentaba unos 60 años, no medía más de 1,70, enjuto (si es que enjuto significa flacucho pero fibroso, bien compactao), de piel morena y muy curtida, pelo blanco, pero no como la nieve, solo como más canoso que gris. Vestía sandalias, pantalones cortos y camiseta con las mangas chapuceramente cortadas, como tantos otros peregrinos, tenía acento gitano y sí veía con buenos ojos lo de la barbacoa. De lo que nos contó, y de lo que me contó a mí sólo, a lo largo de esa tarde y esa noche, está reconstruida la historia de su vida.

 

Luis S.P era de un pueblo de Teruel, pero no sabemos si sus padres le querían o le pegaban, o si le querían y le pegaban. Podemos aventurar que la primera comunión la hizo con resaca, y podemos asegurar que dijo que a los 13 años ya estaba sacando cobre en una mina de las que hay por allí.

Por raro que parezca hoy en día, haber encontrado trabajo tan joven no colmaba sus anhelos para con la vida y la carrera, así que dejó la mina, y fue dando tumbos durante muchos años, pasando temporadas en Andalucía, Cataluña y Aragón principalmente.

Y por el camino fue dejando su firma, en forma de hijos. Dieciseis con siete mujeres distintas, según decía. Unas gitanas y otras payas. Pero él, que era payo, tal como nos confirmó cuando le preguntamos sorprendidos (por el acento) si no era gitano, podía resolver estos asuntos hablando directamente con el patriarca, pues así se lo permitía su reputación, ya fuera en Huesca, Lérida o Gerona.

Nunca quedó claro cuál era su profesión, aunque no sería muy osado decir que su currículum vitae era el de una persona con competencias multidisciplinares.

A veces pegaba el palo con su navaja de 7 dedos de largo (que sin embargo no gustaba de usar en "estos caminos de Dios", por más que en muchos pueblos no hubiera cajero), y muchas veces trapicheaba. Seguramente

Pero ahora ya no se drogaba. Tenía una pastilla para quitarse el mono, que decía le daba una modorra tremenda y le mandaba a la cama enseguida, y que se tomaría después de cenar. Acabamos de cenar a las 23:00, y a las 02:30 yo ya estaba planteándome demandar al fabricante por mentir con los efectos secundarios.

Porque decidimos hacer un turno de guardia para que hubiera alguien despierto mientras el estuviera despierto. Llamadnos paranoicos.

Me tocó a mí arroparle y darle un besito en la frente cuando se fuera a la cama, y al Talibán prepararle el café. Por cierto, ¿qué relación puede haber entre ser vegano y australiano y rechazar un café calentito por la mañana en una fría mañana berciana?.

Durante esa guardia, compartí con él lo que quedaba del vino que habíamos comprado para la cena, porque Luis si cenaba sin vino no estaba tranquilo, y para nosotros la tranquilidad de los peregrinos era lo primero, más aún la de peregrinos que usaban habilmente navajas de tamaño respetable.

Hicimos también torrijas con el vino, y sal en vez de azúcar, detalle del que Luis ni siquiera se percató. O es que ya las había hecho con sal cuando vivió unos días con unos traficantes de heroína negros en un piso de Lérida.

Era también un hombre que cuando se enamoraba lo daba todo. Como aquella vez que vio que la chica con la que andaba no controlaba nada con el jaco, que decidió llevársela a los Pirineos en verano y tenerla atada a un árbol 30 días con una cadena, llevándola de comer -hay partes más creíbles y menos creíbles de la historia de su vida, yo no sé donde encuadrar esta.

¿Y qué pasa con sus 16 hijos? Pues que él sólo se estaba encargando de críar a uno, El Trempanillo, que estaba haciendo el Camino con él. Lo que pasa es que El Trempanillo no durmió con él en Vega de Valcarce, porque el día anterior en Ponferrada habían tenido una fuerte discusión, de la cual procedo a realizar una transcripción de todo menos literal:

- Trempanillo hijo, imagino que ya has probado los placeres de la carne, y como aquel que lo ha probado siempre quiere repetir, y no pudiendo obviar que llevamos bastantes días de mucho caminar y poco disfrutar, te propongo nos dirijamos a un local de alterne, a alternar con las putas que en él encontremos.

- Estimado Padre, por más que me honre su generosidad y su preocupación por mí salud sexual, esta noche mi ánimo se siente más inclinado a regodearse en los placeres del espíritu, así pues, iré a disfrutar de buena música, no sin antes transportar mi mente a un estado de mayor receptividad.

- Oh, Trempanillo, no me parece buena idea, lamento discrepar. Para evitar mayores roces y desavenencias en nuestra estrecha convivencia, propongo que la etapa de mañana la realicemos por separado.

- Así sea Padre.

Resumen: Luis se quería llevar a su hijo de putas pero el prefería ir a una discoteca a empastillarse. A Luis le preocupaba la relación de su hijo con las drogas, razón por la cual le compraba él los porros para "que no pillase mierda".

Si puedo sin embargo transcribir literalmente un fragmento de conversación telefónica de la que fui testigo entre padre e hijo, imaginando lo que respondía El Trempanillo a las preguntas de su padre:

- Hijo, ¿te has tomado el zumo?

- No

- Pues te jodes. ¿Y te has tomado la leche?

- No

- Pues te jodes otra vez

 

En fin, desde este blog deseo a Luis y al Trempanillo que la vida se haya deshecho en parabienes paraconellos, y que sigan siendo ejemplo de amor paternofilial y buen hacer allá adónde vayan.

Ah, Luis tenía en realidad 43 años por aquel entonces, lo que me viene que ni pintado para la cita del día

"La droga es mala"

Anónimo (sí, el mismo que escribió el Lazarillo de Tormes)

Editado 08/05: Me han recordado por ahí que también fue legionario. Lo que no tengo claro es si el había olvidado casi todo lo referente a esa etapa de su vida, o que yo no me acuerdo de lo que me contara. Si alguien puede rellenar algo más este hueco de biografía, a su disposición tiene los comentarios.

2 comentarios

El Mato -

Santi, me lo paso muy bien leyendo tus posts.

Julio de Soto Ramos -

Tremendo, digno de un libro de Eduardo Mendoza